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Ontología social humana

  • Foto del escritor: yunuen0
    yunuen0
  • 24 ene 2021
  • 12 Min. de lectura

Actualizado: 23 may 2021

INTRODUCCIÓN


Un aspecto que vivimos día a día, es la convivencia entre seres humanos. Ante esa convivencia del día a día, es muy fácil concluir, que el hombre es un ser social. Si queremos comprobar de una manera más reflexiva, que el hombre es un ser social, debemos partir del ente que constituye esa sociedad: el hombre.


Unas de las primeras preguntas que se nos pueden venir a la mente, cuando pensamos en el hombre, son: ¿quién es el hombre?, ¿qué es lo esencial en el hombre? Me atrevería a afirmar que estas preguntas no son tan sencillas de responder, y como muestra de ello, está la gran cantidad de filósofos, científicos, psicólogos que han querido responder estas preguntas. Existe una infinidad de definiciones de lo que es el hombre. Hoy quiero compartir contigo, una definición muy sencilla y a la vez muy profunda, de lo que es el hombre para Aristóteles. Él menciona que, “el hombre es una animal político”. Esta definición tan corta, sintetiza muy bien diferentes rasgos esenciales del ser humano. Uno de los primeros cuestionamientos que podemos hacer, ante esta definición de Aristóteles, en la que afirma que el hombre es un animal, es: ¿si el hombre es una animal, qué lo diferencia del resto de los animales?


Emerich Coreth comenta que “solo el hombre se encuentra inmerso en la posibilidad y necesidad de preguntar, es un distintivo particular de su forma de ser” (Coreth, 1976, p. 30). De ahí podemos deducir, que un rasgo esencial en el ser humano, que lo distingue del resto de los animales es su racionalidad. Es el único ser de la tierra, que tiene la capacidad de analizar, reflexionar, tomar decisiones, cuestionarse sobre sí mismo. ¿Esto nos hará superiores a los demás seres vivos?, ¿qué postura tendremos que tomar en relación con los otros seres?


Juan José Montiel menciona que lo que caracteriza al Dasein ónticamente es que a

este ente le va en suser este mismo ser, es decir, tiene una relación de ser con su ser. Por consiguiente, esta comprensión de su ser le hace obtener como una cierta primacía sobre los demás entes. (Montiel, 2003, p. 66)


Ante esta afirmación de Montiel, podemos cuestionarnos en ¿qué consiste esa primacía sobre los demás entes? ¿nos debería de llevar a una actitud de servicio, respeto ante los demás seres o a una actitud de poder y beneficio propio?


El otro concepto mencionado por Aristóteles, en su definición es: político. Al analizar este concepto, concluimos que el hombre es un ser social. Marcos Alfredo comenta “la condición social y racional distingue al hombre del resto de los vivientes. Gracias a esta naturaleza racional” (Marcos, 2010, p. 2). De esta naturaleza social y racional, propia del hombre, podemos deducir que el hombre tiene la capacidad de autodeterminarse, autorealizarse, trascender. Coreth comenta que, “el mundo no constituye el horizonte último, de la autorrealización humana, sino que está abierto y que apunta hacia el ser por encima de sí mismo”. El hombre necesita a los demás para esta autorrealización, para lograr trascender.


En este ensayo, quiero detenerme y profundizar en ese rasgo esencial del ser humano: su ser social. Analizaremos ese elemento esencial del hombre, mencionando y analizando los conceptos que se relacionan con su ser social: grupo, redes, comunidad, institución, lenguaje y educación.


PALABRAS CLAVES

Grupo, comunidad, red, institución, lenguaje, educación



CONTENIDO


A lo largo de la historia hemos comprobado que el hombre no podía vivir solo, que necesitaba de los demás para poder sobrevivir. Desde la aparición de los primeros hombres sobre la tierra, los hombres vivían en grupos, se ayudaban entre sí. Los McNeill, nos comentan: “nuestros antepasados remotos crearon cierto grado de solidaridad social en el seno de sus reducidos grupos hablando unos con otros e intercambiando información y mercancías” (McNeill & McNeill, 2010, p. 2).


Y es así, como van apareciendo las primeras comunidades. En las que las unían situaciones y necesidades comunes. En las que se protegían y cuidaban entre sí. Podríamos deducir, que se empezaron a establecer diversas responsabilidades entre ellos para poder sobrevivir. Abbagnano y Visalberghi nos mencionana que, “el hombre no puede sobrevivir sin el arte mecánico y sin el arte de la convivencia” (Abbagnano & Visalberghi, 1992, p. 5).


Al pensar en esas primeras comunidades, en donde como bien nos menciona Abbagnano & Visalberghi, podían sobrevivir gracias al arte mecánico y al arte de la convivencia. Podemos deducir, que esas primeras comunidades estaban conformadas por hombres y mujeres, con rangos distintos de edad (niños, jóvenes, adultos). El hombre, a diferencia del resto de los animales, es una de las especies, que pasa por un período muy largo de infancia, en el que, este niño, necesita al adulto para poder sobrevivir. Es el adulto, el que lo protege, lo cuida, le brinda los recursos necesarios para que pueda seguir viviendo, y poco a poco lo va enseñando a ser autosuficiente, a que sea solidiario, que sepa convivir con los demás. Ante esto, concluímos que dos elementos esenciales en el desarrollo y fortalecimento de una comunidad son: el lenguaje y la educación.


Profundicemos primero en el elemento esencial del lenguaje. Hagamos un primer acercamiento, mencioando los componentes principales en el lenguaje humano:


El componente fonológico, el cual determina cómo se pronuncian las palabras y las oraciones; el componente sintáctico, que determina cómo se ordenan los elementos en las oraciones, y el componente semántico, que determina los significados de las palabras y de los morfemas. Explicaciones más sofisticadas añaden un cuarto componente, la pragmática, la cual no es específica de los lenguajes particulares, sino que fija restricciones generales al uso del lenguaje (Searle, 2014, p. 40).


Searle, afirma que “la sintaxis es crucial. Involucra tres rasgos diferentes: discrecionalidad, composicionalidad y generatividad. Estos tres rasgos de la sintaxis organizan la semántica” (Searle, 2014, p. 40). Estos elementos nos llevan, “a la posibilidad de generar un número infinito de nuevos significados en las oraciones” (Searle, 2014, p. 40). Son gracias a estas reglas en el lenguaje, que se han ido estableciendo a lo largo de la historia, que la comunicación ha podido ser efectiva y clara.


Searle, también menciona que, hay cinco tipos posibles de actos de habla ilocucionarios:

  • Asertivos, que usamos para decir cómo son las cosas; por ejemplo, afirmaciones o aseveraciones.

  • Directivos, que usamos para decirle a la gente que haga cosas; por ejemplo, órdenes y mandamientos.

  • Compromisorios, que usamos para comprometernos a hacer cosas; por ejemplo, promesas y juramentos.

  • Expresivos, que usamos para expresar nuestros sentimientos y actitudes; por ejemplo, disculpas y agradecimientos.

  • Declaraciones, que usamos para hacer que algo sea el caso declarando que es el caso; por ejemplo, declarar la guerra y aplazar la reunión. (Searle, 2014, p. 15)

Estos tipos posibles de actos de habla ilocucionarios, que nos menciona Searle, nos hacen tomar conciencia, que dependiendo de la intención, usaremos cada uno. Sobre este tema de la intencionalidad, hablaremos más adelante.


Al analizar, a grandes rasgos, este tema del lenguaje, podemos reflexionar varios aspectos:

  • Gracias al lenguaje, podemos comunicarnos con los demás, podemos convivir con ellos.

  • Al comunicarme con los demás, no solo comunico una necesidad, sino estoy comunicando parte de mi esencia, de quién soy.

  • Cada quien comunica, lo que percibe de la realidad, lo que interpreta de la misma, por lo tanto el lenguaje siempre va a tener límites.

  • Searle, menciona que “cuando hago un enunciado no solo expreso una creencia, sino que me comprometo yo mismo con su verdad. Cuando hago un promesa no solo expreso una intención, sino que me comprometo yo mismo a cumplirla” (Searle, 2014, p. 48). Por lo tanto, podemos conlcuir que el uso de las palabras tienen un gran poder.

  • Es gracias a la comunicación, que se puede ir generando conocimiento, aprendizaje.

Y así, al analizar el lenguaje, concluímos, que otro elemento esencial para la convivencia es la educación. Es gracias a la educación que vamos generando y desarrollando competencias para sobrevivir, vamos aprendiendo los aspectos claves para una buena y sana convivencia: respeto, solidaridad, colaboración, responsabilidad,… Por lo tanto, la educación juega un papel de gran relevancia, para el éxito de una sociedad.


Es gracias a la educación, que vamos tomando conciencia y vamos formando la intención que debe respaldar cada acto que hacemos.


Searle, hace una distinción entre “conciencia e inconsciencia, y entre intencional y no-intencional. Estas se entrecruzan de tal manera que nos proporcionan cuatro formas lógicas posibles: estados intencionales conscientes, estados intencionales inconscientes, estados no-intencionales conscientes y estados no- intencionales inconscientes” (Searle, 2014, p. 20). La educación, en el estado donde se enfoca, es en el estado intencional consciente, y dependiendo del enfoque, la formación que le de, sera un medio para una sana y adecuada convivencia o no. He ahí la importancia de una correcta y adecuada educación, que vele por el bien común.


Es importante, que la educación, sea consciente de aquello que nos menciona Searle,

Las intenciones vienen en dos categorías lógicas bastante distintas. Necesitamos hacer evidente la distinción entre las intenciones que uno tiene previas a la realización de la acción —por ejemplo, como cuando tengo la intención de levantar el brazo dentro de treinta segundos— y las intenciones que uno tiene durante la realización de la acción en sí misma —como cuando levanto el brazo intencionalmente y de esta manera tengo una intención que es parte de la acción en sí misma—. Para contar con una terminología, las llamaré, respectivamente, la intención previa, esto es, la intención que uno forma antes de la realización de una acción intencional, y la intención-en-acción, donde esta es un componente de la acción en sí misma. (Searle, 2014, pp. 23-24)


Gracias al lenguaje y a la educación, el hombre puede formar redes e instituciones, y me atrevería a decir, que de acuerdo a las redes e instituciones que los diferentes grupos humanos vayan formando, no solo sobrevivirán, sino dependerá su calidad de vida.


Pero, ¿qué es una red?, los Mcneil, la definen como,

una serie de conexiones que ponen a unas personas en relación con otras. Estas conexiones pueden tener muchas formas: encuentros fortuitos, parentesco, amistad, religión común, rivalidad, enemistad, intercambio económico, intercambio ecológico, cooperación política e incluso competición militar. En todas estas relaciones las personas comunican información y la utilizan para orientar su comportamiento futuro. (McNeill & McNeill, 2010, p.1)


Desde los primeros hombres, se empezaron a formar diversas redes. Fueron gracias a estas redes, que el hombre logró permanecer en la tierra, a diferencia de otras especies que existieron en los primeros siglos, y que se fueron extinguiendo, Sabemos que las primeras redes que se fueron formando, no eran tan sólidas, ya que los primeros grupos de humanos, para poder sobrevivir, tenían que ir de lugar en lugar, eran comunidades que conocemos como nómadas. En la medida, en la que las diferentes comunidades se fueron consolidando y lograron convertirse en comunidades sedentarias, las redes se fueron fortaleciendo. Los McNeill, nos comentan, que “hace unos seis mil años, algunas de estas redes locales y regionales se hiceron todavía más espesas gracias a la fundación de ciudades que servían de encrucijada y almacenes de información, mercancías e infecciones. Se convirtieron así en redes metropolitanas (McNeill & McNeill, 2010, p. 2).


Así, con redes más solidificadas y fortalecidas, se empezaron a los grandes beneficios, que tenían estas redes: los conocimientos que se iban compartiendo, los descubrimientos que iban generando para ser comunidades mucho más desarrolladas:


Entre doce mil y cinco mil años atrás, por lo menos siete sociedades de distintas partes del mundo inventaron la agricultura, en la mayoría de los casos con total independencia unas de otras: presiones paralelas condujeron a soluciones paralelas. Pero la máquina de vapor no tuvo que inventarse siete veces para difundirse por todo el mundo: fue suficiente con que se inventara una vez en el siglo XVIII (McNeill & McNeill, 2010, p. 5-6).


Así como estas redes trajeron grandes beneficios, desgraciadamente, también trajeron algunos efectos negativos: rivalidades, desigualdades, enfermedades, lucha de poder…


Todas las redes combinaban la cooperación y la rivalidad. La base última del poder social es la comunicación que sostiene la cooperación entre las personas. Esto permite que muchas se esfuercen por alcanzar las mismas metas y se especialicen en lo que hacen mejor.


Dentro de un marco cooperativo, la especialización y la división del trabajo pueden hacer que una sociedad sea mucho más rica y podersora de lo que sería sin ellas. También hace que esas sociedad sea más estraficada, más desigual. Si se puede mantener un marco cooperativo, cuanto mayor sea haga la red, más riqueza, poder y desigualdad mostrarán las poblaciones participantes (McNeill & McNeill, 2010, p. 3).


Eran tres las razones, que permitían que las redes metropolitanas, que se iban formando, crecieran y se fortalecieran cada vez más, evitando es desventajas que iban y siguien apareciendo:

  • Por medio de su comunicación y cooperación, las sociedades que estaban dentro de las redes metropolitanas se volvían mucho más formidables que las que se hallaban fuera. La participación en una de estas redes proporcionaba ventajas económicas por medio de la especialización del trabajo y el intercambio.

  • Las ventajas militares consistían en un mayor número de guerreros bien pertrechados, a menudo especialistas con dedicación exclusiva a las Artes de la violencia, conocedores de la tecnología militar más avanzada (y generalmente deseos de usarla).

  • También había ventajas epidemiológicas para las personas nacidas en el seno de redes metropolitanas, porque tenían más probabilidades que otras personas de adquirir inmunidad ante una serie más amplia de enfermedades (McNeill & McNeill, 2010, p. 4).

Ante esta situación, una posible pregunta, que nos podemos hacer, es ¿qué tendríamos que hacer, para fortalecer cada vez más las ventajas que nos dan estas redes y qué tendríamos que evitar o eliminar, para ir disminuyendo y debilitando las desventajas que nos presentan estas redes?


Si echamos un vistazo rápido a la historia, podemos concluir, que algunos de los inventos que ayudaron a que desde el inicio las redes se fueran consolidando, y lograran fortalecerse, fueron el descubrimiento del fuego, la rueda, el transporte. Estos tres inventos del hombre, lograron a esas primeras comunidades, convertirse en sedentarias y tener comunicación y cooperación con otras redes.


Hoy en día, gracias a la globalización y a la tecnología, estas redes sociales han sido mucho más fuertes y de un impacto inimaginable. Una experiencia reciente y actual que todos hemos vivido, y nos han hecho tomar conciencia del alto impacto de las redes, es el coronavirus. Las redes ya no se limitan a una comunidad, ciudad, país, ya tienen un alcance global.


Las redes aparecen también en importantes fenómenos globales. Las crisis financieras generan un efecto dominó en el tejido de conexiones entre bancos y empresas. Las pandemias -como la gripe aviar, la SARS o la gripe procina- se difunden por la red de aeropuertos. El cambio climático puede alterar la red de relaciones entre especies en los ecosistemas. El terrorismo y la guerra tienen como objetivo la red de infraestructuras de los países (Caldarelli & Catanzaro, 2014, p. 11).


Esto nos debe de llevar a tomar conciencia, del poder que tienen las redes y del correto uso que debemos de hacer de ellas. Y podríamos decir, que un elemento, que nos puede ayudar para el correcto uso de las redes, son las instituciones.

Las institituciones, son otro elemento esencial en el desarrollo de las sociedades. Algunas instituciones que Searle menciona, son:

  • Instituciones gubernamentales: asamblea legislativa, poder ejecutivo, poder judicial, ejército, policía.

  • Instituciones deportivas: liga nacional de futbol, equipos aficionados de beisbol, clubes deportivos locales.

  • Instituciones con propósitos especiales: hospitales, escuelas, universidades, sindicatos, restaurantes, teatros, iglesias.

  • Instituciones económicas: corporaciones industriales, corredoras de propiedades, agencias de bienes raíces, comercios, compañías.

  • Instituciones estructurales con propósitos generales: dinero, propiedad privada, matrimonio, gobiernos.

  • Instituciones desestructuradas informales (mayoritariamente) decodificadas: amistad, familia, aventuras amorosas, fiestas.

  • Formas generales de actividad humana que no son en sí mismas instituciones pero que contienen instituciones: ciencia, religión, recreación, literatura, sexo, comidas. Actividades profesionales que no son instituciones pero contienen instituciones: derecho, medicina, academia, teatro, carpintería, pequeño comercio. (Searle, 2014, pp. 53-54)

Ante estas instituciones que Searle nos menciona, nos podemos preguntar, ¿qué se necesita para formar, para establecer una institución? Ante esta pregunta, Searle afirma, que los elementos fundamentales son:

ontológicamente hablando, para crear una realidad institucional mínima se necesitan exactamente tres cosas: 1) seres humanos (o alguna clase de ser con capacidades cognitivas relevantes similares) con 2) intencionalidad, incluyendo la intencionalidad colectiva la capacidad de imponer funciones a objetos y personas, y 3) un lenguaje capaz de actos de habla de Declaración —esto es, actos de habla con la doble dirección de ajuste— (Searle, 2014, p. 62).


Por lo tanto, podemos conlcuir, que para el desarrollo y éxito de una institución, es crucial que haya políticas, reglas, normas claras. Que estas políticas, reglas, normas, estén direccionadas hacia el bien común y que se vele para que sean cumplidas por todos los participantes. Solo así, tomando en cuenta estos tres elementos, podríamos decir que las instituciones son exitosas.


CONCLUSIONES


A lo largo de este ensayo, fuimos abordando diversos elementos esenciales en el aspecto social del hombre: el lenguaje, la educación, la comunidad, las redes, y las instituciones.


Fuimos conscientes, del papel crucial, que juega la educación, para formar sociedades en las que e vele por un bien común y lleguen a ser sociedades exitosas.


También vimos la importancia y el alto impacto que tienen las redes a nivel global, y el papel tan importante de las instituciones.


Quisiera terminar este ensayo, con un cuestionamiento, que tiene que ver con el papel que juega la sociedad en el ser humano. Existe una frase muy famosa de Ortega y Gasset: “yo soy yo y mis circunstancias”. Ante esta afirmación de Ortega y Gasset nos puede surgir la siguiente pregunta: ¿qué determina más al ser humano, su genética o lo social? ¿Tú qué opinas?, ¿qué consideras que lo determina más? Si esta pregunta se la hiciéramos a Burrhus Frederic Skinner, nos respondería que las circunstancias. Si se la hiciéramos a genetistas, afirmaría que la genética. Si se la hiciéramos al gran psicólogo Víctor Frank añadiría un tercer elemento, la voluntad. Y si esta pregunta te la hiciera a ti, ¿tú qué me responderías?


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Abbagnano, N. & Visalberghi, A. (1992). Historia de la Pedagogía. España: Fondo de Cultura Económica.


Caldarelli, G. & Catanzaro, M. (2014) Redes: una breve introducción. Madrid: Alianza editorial.


Coreth, Emerich. (1978). “¿Qué es el hombre? Esquema de una antropología filosófica”. Barcelona: Herder, pp. 29-45.


Marcos, Alfredo. (2010) La pregunta sobre la naturaleza del hombre: “Filosofía de la naturaleza humana”. Disponible en: http://www.fyl.uva.es/~wfilosof/webMarcos/textos/A_Marcos_Filosofia_de_la_Nz_Humana1.pdf


McNeill, J. & McNeill, W. (2010) Redes humanas. Barcelona: Crítica.


Searle, J. (2014). Capítulo 2. Intencionalidad; Capítulo 3. Intencionalidad colectiva y asignación de función; y Capítulo 4. El lenguaje como entidad biológica y social; en Creando el mundo social. México: Paidós.









 
 
 

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